X. De cómo Fr. Jesús manifestó gran simplicidad hablando de los crudos (Gasolina)


San Francisco de Asís tenía en alta estima la "pura y santa simplicidad" y alababa a Dios, Suprema Sabiduría. Para él, la santa simplicidad es hija de la gracia, hermana de la sabiduría y madre de la justicia. La simplicidad se gloría en el temor de Dios y no sabe hacer ni decir nada malo. Prefiere obrar a enseñar y aprender. Y en las alabanzas que compuso a las virtudes dice: "¡Salve, reina sabiduría, el Señor te salve con tu hermana la pura santa simplicidad" (2 Celano. Cap. 142, n. 189. Vida. Saludo a las virtudes).

También Fr. Jesús estuvo adornado de esa santa y pura simplicidad que alaba el Seráfico Padre. Y no otra cosa que esta pura y santa simplicidad es la causa y el motivo de esta florecilla.

Estando Fr. Jesús en Madrid, por su sencillez y bondad adquirió grandes amistades con muchas personas, que le apreciaban y le daban limosnas para los pobres. En sus conversaciones con ellos él intentaba estar a su altura y dar su correspondiente opinión. Recuerdo que D. Ricardo Huelin, educado y simpático, primo carnal de Pablo Picaso, decía le encantaba conversar con Fr. Jesús, por su sencillez, nobleza, bondad, y espiritualidad. En una ocasión, acompañado de Fr. Jesús y otro religioso, hablaron largo rato sobre la influencia de los "crudos" (gasolina, combustibles), tanto en la vida social, como económica e industrial. Cada uno daba su opinión, y Fr. Jesús también daba la suya. Allí se habló y se ponderó la influencia de los crudos. Hasta que gastado el tema, la simplicidad de Fr. Jesús salió con esta ingenuidad que le caracterizaba: “¡Oiga!, y me pregunto yo: ¿Y qué son los crudos?” D. Ricardo Huelin, conociendo su sencillez, amablemente le dijo: mire, Hermano Jesús, se trata de la gasolina, el gasóleo, petróleo y sus derivados, como combustible. A lo que respondió Fr. Jesús con su ingenuidad y como hombre que ha perdido la malicia: “si me parecía que yo lo sabía, pero no caía”. La simplicidad de un santo ingenuo, es siempre sabiduría que acerca a Dios. El simple carece de astucia y malicia, "no presume ni se engríe, ni lleva cuentas del mal, ama y disculpa sin límites", porque la simplicidad es hermana de la caridad10. En alabanza de Cristo.

—El P. Manuel Prieto estuvo presente en este hecho real. El nos lo ha contado muchas veces.