VII: De cómo Fr. Jesús cazó una rata para su ingeniería


Es bien conocido el amor que sentía San Francisco por todas las criaturas, a las que llamaba "hermanas". En las criaturas ve a Dios, porque ellas son espejo de su bondad y en ellas se refleja el Artífice de todo. Se goza en todas las obras salidas de sus manos. Y a través de todo intuye la razón y la causa que les da la vida. De ellas hace una escala por la que sube hasta Dios. Hasta del más leve gusanillo le recoge y aparta del camino para no ser pisoteado. Él llama hermanos a todos los animales, (2 Cel. Cap. 74.).

Este espíritu de fraternidad con los animales y criaturas ha sido heredado por todos los franciscanos que sienten respeto por todos los seres. También Fr. Jesús heredó ese espíritu ingenuo y a veces tierno, de mimar a las criaturas. La florecilla que ahora relatamos está en la línea de ingenuidad de Fr. Junípero, y la protagonizó el Hermano Jesús en Pastrana.

Allí, el agua de riego viene desde el manantial, junto al pueblo. El tiempo y las deficientes tuberías antiguas hacen que las raíces se cuelen por las tuberías y se formen gruesas madejas de raíces, que retienen e impiden circular al agua. Fr. Jesús, todas las primaveras tenía que abrir zanjas, para desenterrar tuberías y renovarlas o quitar las abundantes madejas de raíces. Algunas veces lo solucionaba metiendo un alambre fuerte con el que enganchaba la madeja y la sacaba afuera.

Pero llegó un momento en el que el atasco estaba en medio de la carretera que cruzaba la tubería. El alambre no pasaba y sin permiso de Obras Públicas, no podía hacer zanja en la carretera. Como tenía soluciones para todo, se le ocurrió coger una rata, atarle una cuerda fina con esparadrapo sobre el rabo, y meter a la rata por la tubería para que pasara a la otra parte, después ataría la cuerda al alambre e, introducido el alambre, conseguiría arrastrar la madeja.

Hasta aquí normal. El episodio de la florecilla comienza cuando al coger la rata había que cogerla viva, por lo que había que tener habilidad y rapidez para cazarla, ya que son muy listas y se ocultan rápidamente. A él no se le ocurrió otra forma más que cogerla con la mano para no hacerle daño. Y la rata es un animal que acosado ataca. Al querer cogerla con la mano (se olvidó que no era un manso ratoncito), le mordió en un dedo. La particularidad de la rata es que cuando muerde no suelta. Por lo que viendo que el animal no cedía tuvo que tirar de ella hasta rasgar la propia carne de su mano. Con lo que tuvo que someterse a medicamentos, para no contraer la rabia, triquinosis u otras enfermedades.

Al día siguiente puso en práctica su artilugio, con tan mala suerte que el animal entró por la tubería, pero no salió por la parte opuesta, pues en su intento de buscar la libertad por la tubería se enredó en la madeja y murió ahogada por el agua retenida dentro. Todo quedó en una ingenuidad que le costó estar en cuarentena y revisión de enfermedad. Aunque esto le sirvió para buscar una solución más firme y segura: desviar la conducción de la tubería y evitar cruces con la carretera, para que no sucediera más en el futuro7. En alabanza de Cristo.

— Este hecho aún lo recuerdan muchos de Pastrana que lo conocieron. También los frailes por ser tan especial y anecdótico.