II. De cómo el Hermano Jesús pasó la penitencia y la humillación ante toda la comunidad


Se cuenta en las Florecillas, cómo San Francisco enseñó al hermano Bernardo a sufrir la penitencia y la humillación. El Santo le dijo:
―Te mando, hermano Bernardo, por santa obediencia, que para castigar mi presunción, al ponerme yo ahora boca arriba sobre el suelo, me pongas un pie sobre el cuello y el otro sobre la boca, y así pasarás tres veces, de un lado al otro insultando y despreciándome; y me dirás: "¡Aguanta ahí, bellaco, hijo de Pedro Bernardone! ¿De donde te viene a ti semejante soberbia, siendo una vilísima criatura?" (Florecillas. Cap. III)

Esto es lo que nuestro Fr. Jesús hizo también en esta ocasión. Lleno de humildad y recogimiento, a la hora de la comida, acudió al refectorio el primero, se puso a la misma puerta del comedor con la capucha calada, echado en tierra boca arriba, para que al entrar los religiosos le pisaran, imitando al P. San Francisco. Después de pasar todos por encima de él, aunque ninguno lo pisó, colocada la comunidad en sus asientos, se hizo el rezo correspondiente y el lector leía, mientras los religiosos iban comiendo. El hermano Jesús arrodillado en el centro del comedor, con la cabeza baja no tenía derecho a nada. Sólo cuando el P. Guardián le hizo una señal, se acercó a él y le dio un plato vacío para que pidiera limosna entre los hermanos. Él, como el más pobre de los pobres, fue recogiendo lo que los hermanos le quisieron dar, después, vuelto al centro y arrodillado, comió la pobre limosna que le dieron. En su interior, no sólo pedía perdón por lo que hubiera podido ofender, sino que daba gracias a Dios por esta humillación, que no era nada, comparada con las que tuvo que pasar el Señor en los tormentos de su pasión. Confortado en el espíritu, recordaba la misericordia que Dios tiene con nosotros. En alabanza de Cristo.

— Esta era de las formas de pasar la penitencia entonces y según los manuales religiosos.