I. De cómo Fr. Jesús, cocinando, dio “gato por liebre”

En las florecillas de San Francisco se cuentan, con un profundo sentido de espiritualidad, las cosas más ingenuas vividas, tanto por el Santo, como por los religiosos que le acompañaban. A cualquiera que no conozca la sencillez y el espíritu franciscano, tal vez, le resulte extraño, pero en realidad, son hechos de vida que se vivieron en tiempo del santo, y se siguen viviendo a lo largo de la historia por sus hermanos religiosos.

Se cuenta, en la vida de San Francisco, que en una ocasión, uno los religiosos deliraba en altas horas de la noche y gritaba diciendo: ¡Hermanos, me muero! ¡me muero! San Francisco se apresuró a verle y comprobar qué le pasaba al hermano. San Francisco le preguntó qué le pasaba, a lo que respondió: ¡Hermanos, me muero de hambre! Y San Francisco para que no sintiera vergüenza, mandó reunir a los frailes en el refectorio, para alimentarse de nuevo. El mismo San Francisco también participó para que el hermano no sintiera vergüenza. (Esp. Perf. Cap. III.; L. M. c. III).

Nuestro Hermano Jesús, ejerciendo de cocinero en 1960, los alimentos escaseaban, por accidente murió un gato. Y Fr. Jesús cuidadosamente lo preparó con esmero, sin decir nada. Con arroz y otros ingredientes hizo una hermosa paella, que los frailes se chuparon los dedos. Dispensada ese día la lectura de la comida, los frailes le felicitaban por lo sabrosa que estaba la paella. Alguno le preguntó por interesarse: ¿la carne era de conejo, de liebre? Fr. Jesús agachó la cabeza disimulando. Volvió a preguntarle de nuevo y el Hermano Jesús se sonrojó, como no sabía mentir, callaba y agachada la cabeza sonriendo. Viendo tal silencio, se le ocurrió decir a un fraile: ¿a ver si va ser el gato que ha muerto? Lo que le puso aún más sonrojado y más silencioso. Ante la insistencia intervino el padre Superior, P. Juan Esteban Muñoz, que le preguntó: ¿De qué animal era esta carne tan rica, Fr. Jesús? El pobre Hermano Jesús no sabía donde meterse y tuvo que decir la verdad. Con los ojos bajos le dijo: perdone, Padre Guardián, es el gato que murió accidentado, que lo he preparado adecuadamente para que los frailes coman algún día carne. El P. Guardián le reprendió severamente y le hizo pasar la penitencia por tal acción. Algunos hermanos que antes decían que estaba muy rica, ahora se sentían molestos y les daba náuseas. Tal es la fuerza psicológica que ejerce en algunas personas. En alabanza de Cristo.

— De este hecho real, dan testimonio los hermanos que aún viven (Fr. Luís Cerrato, Fr. Victorino Terradillos, Fr. Manuel Prieto, Fr. Emérito Merino...) siendo novicios en el año 1960.