Vida humilde y ejemplar

Fr. José Carmelo García Rodríguez

Conocí y viví con Fr. Jesús de la Cruz en este convento de Madrid durante 4 años. Ocasionalmente he vivido en muchos lugares tanto aquí en Madrid, como en Arenas y con motivos de reuniones, ejercicios espirituales o acontecimientos de la Provincia.

Doy fe de que su vida religiosa fue ejemplar en todo cuanto yo vi y conozco de él.

Siempre le vi como un religioso comprometido, centrado en su vida viviendo ejemplarmente los votos religiosos y vida de fraternidad. Su vida la conocimos todos y en ella nos dio verdaderos ejemplos de pobreza, castidad, obediencia, abnegación, recogimiento, humildad y fidelidad, tanto en su comportamiento amable, servicial y agradable, como con su trabajo ejemplar que en todas partes realizó, haciéndolo a veces a los pobres con un amor que ha quedado entre nosotros, como ejemplo de verdadera caridad.

Confieso que para mí fue un religioso ejemplar, austero, penitente, mortificado, bueno y viviendo como un "santo". Siempre le recordaré como un hermano entrañable y ejemplar.

De su vida de piedad, confieso que era digno de admirar su recogimiento, siempre en oración, muy recogido en la eucaristía, estaba concentrado en sí mismo para que nada le distrajera, de ahí que la gente decía que estaba tan centrado en Dios que parecía estar en otro mundo. Por su porte externo se notaba que vivía en total presencia de Dios.

Aunque practicaba muchos ejercicios piadosos y devociones, para él la devoción a la Virgen María junto con la de San Pedro de Alcántara, eran únicas. Hablaba de la Virgen María con unción, como el que habla desde la experiencia, esa era para mí la razón por la que se emocionaba siempre que hablaba de Ella. Decía cosas de la Virgen que a todos nos llamaba la atención. Vivía lo que decía y por eso se emocionaba hasta llorar y emocionar a los demás. A la Virgen la tenía por la verdadera Madre, ya que no conoció a la madre terrena, por la que siempre suspiró.

En lo que yo conozco de él, vivió las virtudes cristiana de una forma ejemplar y en sentido heroico, de forma especial la caridad con los pobres, los enfermos y necesitados, a los que socorría y visitaba llevándoles alimentos, ropa y los medios más necesarios. El modo de vivir su fe fue admirable, pues su vida fue un auténtico testimonio de creyente, de vida religiosa y evangélica. En sus labios siempre estaban las palabras el Señor y la Virgen.

De lo que yo conozco referente a su humildad, testifico que no sólo era vivida en su porte externo, sino que la practicaba con obras y con gestos de servicios, tanto con los de casa como con los seglares, los que le conocieron dicen y testifican de él, que su humildad les edificaba y se parecía en todo a la de los santos.

De las demás virtudes, pobreza, obediencia, esperanza, castidad etc. se puede decir lo mismo, pues era cuidadoso para vivir la vida religiosa con la mayor perfección.

Tenía verdadero amor a los niños, a los que ganaba con dulces y regalos. Siempre los recomendaba que fueran cariñosos y obedientes con sus papás.

Con su vida ejemplar llena de bondad, se ganó la fama de santidad, no sólo entre los religiosos, que muchos le llamábamos cariñosamente "el venerable", sino entre los seglares que nos decían: "Fr. Jesús es un santo". No faltaban seglares que le llamaban: "el bendito Fr. Jesús", pues por su vivir piadosamente le calificaban de esta forma. Entre las gentes que aquí en Madrid le conocieron y le recuerdan, hay algunos que le consideran ejemplar y santo, por el testimonio que dejó, cuando estuvo en esta casa.

Yo personalmente también le considero santo, ya que vivió una fe profunda y evangélica, con gran ejemplaridad de vida religiosa. Por eso quiero dejar mi testimonio sobre este Hermano tan ejemplar por el que Dios nos envía gracias.

J. Carmelo García Rodríguez
MADRID. 19 de Marzo de 2012.
Festividad de San José.