Teresa Alonso Antonio

Soy la hija mayor de Antonio, dueño de la Ferretería en la que trabajó Fr. Jesús de la Cruz, en Arévalo.

A mí y a mi hermana Carmelita Descalza, fallecida, nuestra madre y tía, nos contaron algunas cosas de Fr. Jesús y nos le ponían siempre como ejemplo. Creo que ellas le prepararon para la primera comunión. Nos decían el gran interés que ponía por aprender y cómo le gustaba que le hablaran de Dios.

Se enteraron por él mismo que para poder leer y estudiar el catecismo, lo tenía que hacer por la noche, y para que su abuela no se enterase, metía un cajón en la cama y se tapaba con la ropa, y a la luz de la vela leía. Como es lógico, le dijeron lo peligroso que era aquello y dejó de hacerlo.

También nos contaron que su abuela no le trataba bien, pero nunca pensé que fuera tanto lo que sufrió, hasta que no lo he leído en el libro, que me hizo llorar de emoción.

Cuando vivíamos en Madrid, le comentó Antolina a mi madre, que conocía algunas personas que asistían a misa en San Antonio, sólo por verle hacer la genuflexión ante el sagrario.

No se si Fr. Jesús llegará a los altares, pero seguro que en el cielo le tenemos como intercesor. Si lo hacía en vida lo hará más ahora junto al Padre. Me siento privilegiada por haberle conocido, aunque fuera sólo de niña. Que nos siga ayudando en la fe hasta el fin.

Toledo a 26-I-2010.