Me hizo un milagro

Servi Muñoz Martín

Se me pide mi opinión o testimonio sobre Fr. Jesús de la Cruz y lo hago con sumo gusto. Creo que conocí a Fr. Jesús allá por el año 1965, cuando iba a Pastrana para ver a uno de mis hijos que estudiaba allí. Al enterarse que yo era de Ávila y del partido de Arévalo, se tomó más interés y le encantaba hablar con nosotros. Desde el primer momento que le conocimos nos impresionó, su figura y su forma de ser, amable, cariñoso, servicial... Siempre nos hablaba de Dios, de Cristo, de la Virgen y los santos. Lo hacía con tanto entusiasmo, que nos trasmitía confianza y fe. En seguida se ganó nuestra amistad y nosotros le buscábamos a él, porque nos gustaba su forma de ser. Desde entonces le hemos recordado con verdadero afecto, pues era un religioso que manifestaba una fe tan profunda que siempre nos pareció un santo en vida, al que admirábamos por aquella fe y bondad tan profunda. Después, nos vimos poco, pero siempre le recordé con afecto.

Cuando leí el libro de su vida: Vivir con pasión, sentí un verdadero gozo el conocer mejor su vida. Confieso que me emocioné muchas veces al leerle. ¡Cuántas penalidades tuvo que pasar y sufrir! El seguir la llamada de Dios y comenzar una vida de conversión al estilo de los santos, eso hizo que cambiara su vida y se diera todo a Dios. Su vida enseña mucho, sobre todo me encanta cómo vivió su vida de de oración, de renuncia y de fe, porque de esta forma se entregó enteramente a Dios. Me sentía feliz el haber conocido en vida a un santo y hasta dormía con el libro de su vida debajo de la almohada, como deseando me trasmitiera su bondad.

Tal vez, por esto quiso premiarme y librarme de la muerte. Yo creo que este fue el motivo por el que me hizo el milagro de devolverme la vida, al caerme de cabeza del tejado de mi casa del pueblo (Salmoral, Salamanca) y no morir en el acto. Cosa que se admiraban hasta lo médicos, y más de la rápida curación. Quedé casi en coma, pero mi familia encomendó mi salud a Fr. Jesús y comencé enseguida la recuperación. Fue un verdadero milagro. El pronóstico de los doctores era que entraría de un momento a otro en coma y tal vez eso fuera el final para mí. En caso de salir no me garantizaban nada, es más, según ellos lo más seguro es que perdería memoria, estabilidad y el conocimiento, ya que estaba muy dañado el cerebro. Pero la intercesión de Fr. Jesús hizo que cambiara todo, pues ni fallecí, ni entré en coma, ni perdí ninguna facultad que indicaban. Hoy gracias a Dios, hago la vida normal y no me ha quedado ninguna secuela. Desde entonces le estoy muy agradecido, le llevo siempre conmigo, le doy gracias a Dios por su intercesión y le rezo.

He leído también el libro sobre su espiritualidad: "La vida oculta de un místico", donde admiro aún más, la riqueza de su vida espiritual. Ahora me confirmo más que era un verdadero santo. Su impresionante y profunda vida espiritual es una confirmación de esa vida entregada a Cristo, donde la Virgen Nuestra Madre le llenó de sus gracias y le llevó a Cristo.

Nadie nos educa tanto como los santos, como también ellos son los que más desean nuestra perseverancia en el fe para que alcancemos la salvación. Estoy seguro que Fr. Jesús que está junto al Padre, ahora no cesará de interceder por todos los que le conocimos en vida, para que nosotros también podamos estar unidos a Cristo, la Virgen y los Santos.

Después de haber pasado por el misterio del milagro, estoy más convencido y me confirmo más que Fr. Jesús era un santo.

Si para él encontrar a la Madre del cielo fue la mayor bendición, pues con Ella encontró el verdadero tesoro del la vida, ya que Ella le llevó a Cristo, el tesoro del cielo, yo también, mediante Fr. Jesús, he encontrado el tesoro de la vida y de la gracia.

¡Cuánto me ha enseñado con su vida y su espiritualidad! Me confirmo más en esa santidad que tenía, no sólo porque me devolvió la vida, sino porque me ayuda a encontrar a Dios. Fr. Jesús ha sido para mí un regalo de Dios, y yo le doy gracias de todo corazón.

Desde – Moratalaz- Madrid.
Para Testimonios.