Fray Jesús sigue vivo

Por Juan Martín Maestro
Sacerdote de la diócesis de Toledo

Descansa en mis manos un libro que narra la vida de Fray Jesús de la Cruz, fraile que no escribió nada, que no fue ordenado sacerdote, que no tuvo ningún cargo importante, que solo predicó desde la cátedra del ejemplo y del silencio. Y es que el silencio es fundamental, de ahí sale todo. Sin soledad no se puede hacer nada.

Retorno al Monasterio de Arenas de San Pedro y, lo hago no para ensalzar su bella arquitectura sino para admirar la musculatura espiritual de un fraile lego como antes se decía, pieza importante en la vida conventual de Arenas de San Pedro no por sus obras, siempre menestrales- (hortelano, enfermero, albañil, electricista, zapatero, etc. etc.) sino por su vida. Va para 10 años que nos dejó y todos los recuerdos se condensan en la imagen de Fray Jesús como un hombre asceta, que supo vivir la vida en continua conversión, lleno de gracia y de santidad; lo que se dice un evangelio viviente. El libro al que aludo tiene un titulo sugerente "Vivir con pasión" y su autor es Fray Arsenio Muñoz Martín. El libro llegó a mis manos de las manos de Fray Victorino Terradillos que es Guardián del Convento de la Puebla de Montalbán y a la vez director Revista Santuario, un primor de contenido y tipografía. Como lo oyes.

―Léete el libro -me dijo- y haz una reseña para el Padre Nuestro. Es un buen medio para que la numerosa familia franciscana le conozca y compruebe que la vida de Fray Jesús no es una florecilla más, sino un ramillete del ancho jardín franciscano.

Conocí a Fray Jesús aunque no lo traté. Varias veces le avisté caminando por Talavera y en mis subidas a Arenas era frecuente haciendo derrota por el caminito que lleva al convento, con su mirada baja y embutidas las manos en las mangas rezando el rosario. Recuerdo muy bien su figura. Era alto como un ciprés, delgado como un junco, gastaba cara de senador romano y tenía un espacioso corazón. Su figura física y espiritual, su porte, su modo de orar, su expresividad del rostro y su ensimismamiento le daban un parecido mismamente a San Pedro de Alcántara.

Va para 10 años que dejó Arenas y el pueblo y todos los que le trataron están seguros que Fray Jesús está vivo, transita por las alturas del cielo como Pedro por su casa. Desde que salió del mundo de los vivos, los que le trataron le recuerdan como el hombre que vivía para Dios. En Arenas se pasó un cuarto de siglo y se sentía feliz viviendo el recogimiento al amparo de la espiritualidad de San Pedro de Alcántara. Obsesionado por San Pedro consigue hacer una réplica de la celda del convento del Palancar en la que dormía San Pedro y él lo imitó -no sé cuánto tiempo- durmiendo en la forma que lo hacía San Pedro. Dice su biógrafo que su vida en Arenas fue un reflejo de sus ideales y un vivir día a día hasta alcanzar la santidad.

¿Está usted Fray Arsenio hablando de un santo? -Pues hombre, ¡qué quiere que le diga!, puestas así las cosas! más yo diría: que más bien sí.

A los santos para ser considerados con tal, se les exigen milagros. Fray Jesús se adelantó y gracias a su intervención se salvó la Comunidad de los Frailes de Arenas. Estalló la guerra civil y en julio de 1936, los frailes abandonan el Convento y emprenden la marcha a Ávila que era zona nacional para evitar caer en manos de los milicianos. Superaron el aquel macizo del Boquerón de Gredos y bajando por la falda llegaron al pueblo de la Hija de Dios. Los soldados nacionales que les estaban observando, salieron al encuentro echándoles el ¡alto! Les toman por un grupo de rojos desertores y se disponen a fusilarles allí mismo. Entre los soldados nacionales había uno de Arévalo que reconoció a Fray Jesús y exclamó "Pero ¡si tú eres Carlos" (su nombre de pila). Esta identificación sirvió para comprobar que eran los frailes de Arenas, tal como ellos les decían. Fue su primer milagro, pero no será el último.

Juan Martín Maestro
+ en Semana Santa de 2012

Fue Colaborador de la hoja parroquial.
Publicación Semanal de la Diócesis de Toledo.