Retrato hecho cuando vivía Fray Jesús


No es fácil hacer un retrato. No se trata de conseguir el parecido, sino de entrar en la persona, reflejar sus sentimientos, dejar que aflore el alma, su misticismo, su espiritualidad, todo el misterio que hay dentro de la persona.

La imagen como la cara, es siempre espejo del interior. Una imagen de luz espiritual, es como una ventana por donde nos llega la luz de ese intramundo del espíritu, donde se intuye la intangibilidad del alma, se percibir la vivencia de fe que une a la gracia y pone en contacto con lo divino.

Eso es lo que el autor ha querido reflejarnos en este retrato hecho en vida al Hermano Jesús. La paz, la serenidad, el recogimiento, el hábito como símbolo, y los pies descalzos predicando pobreza y castidad, están proclamando la belleza de un interior de gracia y santidad. Su figura artística y espiritualizada está revelando presencias de Dios, momentos espirituales de encuentro. Son esos hechos de vida que tanto afloraron en el Hermano Jesús.

El cuadro requiere reflexión. En él nos sigue hablando con el dulce amor que lo mostraba en vida.